La semana pasada después de 20 años volví a ingresar en la casa en donde viví hasta que me casé. La había dejado el inquilino y fuimos a ver como había quedado. Cuando subí a la terraza descubrí una portucalaria, achaparrada, con muchas ramas, con pocas hojas y en una maceta de cemento, con panza y patas, de esas de hace 50 o 60 años atrás que adornaban los patios y jardines de las casas chorizos conviviendo con los enanos de turno y que nuestros abuelos y padres pintaban prolijamente de rojo y blanco. Por supuesto que lo primero que pensé fue en ese momento fue llevármela a casa para empezar a formarla como un bonsai, cosa que hice ayer por la tarde cuando volví para mostrarle la casa a mi mujer, a mi hija y a mi hermana.
Cuando la puse en mi patio traté de pensar en el porque de sus pocas hojas y su color verde descolorido. Será porque esta portucalaria tiene más o menos mi edad? La maceta es de las nuestras, así que todo puede ser. Pero si me meto más en los recuerdos de mi niñez y trato de explorar en esos instantes que a veces uno cree que nunca más saldrán a flote tal vez pueda afirmar sin dudarlo que la planta hasta fue cuidada por mí en aquellas tardes en donde me pasaba horas jugando en la terraza, podando plantas hasta tornarlas irreconocibles o bien sacar un gajo para ponerlo directamente en otra maceta y cuando crecía decir que era porque tenía muy buena mano.
Seguro que la pode muchas veces y por eso tiene esta forma tortuosa y es bastante baja, su tronco es grueso y se abre en ramas fuertes lo que me hace pensar que después de un tiempo puedo transformala para mejor.
Lo primero que hice fue ponerla a la sombra para su aclimatación en casa. Lo segundo será sacarla de la maceta y ponerla en otra mucho menos profunda, con un sustrato bien liviano para que pueda exponer todo su potencial. Después de eso veré que es lo que puedo empezar a hacer.
La tarea ahora es transformarla de una planta común y corriente en un pre-bonsai.
lunes, 26 de octubre de 2009
domingo, 13 de septiembre de 2009
LA MUERTE DEL BRAQUIQUITO
Aunque me cueste creerlo parece ser que el braquiquito, el bonsai más viejo que tenía se murió. No estaba muy bien, debo reconocerlo. El año pasado mi profesor Roberto Devoto lo había atendido, fue en ese momento donde lo conocí a él, y ya me había dicho que las raíces estaban un tanto mal. También el braquiquito superó el stress de la caída en la puerta de mi casa -historia ya relatada en este blog-. Mi error fue suponer que estaba bien, además el pasto fue ocultando la tierra y no tuve cuidado con el riego. Me hago cargo del error y de mi equivoco. Volvía a ponerlo en la terraza bajo el tanque de agua con la esperanza de que el sol y el aire no dejen morirlo.
Una verdadera pena.
Una verdadera pena.
martes, 4 de agosto de 2009
AL RESCATE DE LA PORTUCALARIA ABANDONADA
Lunes 3 de agosto, cruzó la calle y al lado de un árbol, dentro de una bolsa, descubro una portucalaria o árbol de la moneda. Ahi tirada estaba ella, con su tronco bien desarrollado y numerosas ramas que salían de la bolsa. Como había sacado a pasear al perro al volver la agarré y me la llevé para mi casa.
Primero, la apoyé en el suelo sobre un diario, humedecí bien sus raíces y me fui a trabajar. Al mediodía comenzó la verdadera operación rescate. Debo decir que su tronco es más grueso de lo que pensaba en un principio, asi que no se si servirá para un bonsai o bien para realizar acodos, pero eso lo dejo para un futuro y que también mide más de un metro por lo menos.
Volví a humedecer sus raíces, le pusé enraizante en polvo, preparé la maceta y la planté. Sé que la portucalaria es una planta fácil de enraizar asi que espero que ésta sobreviva.
Así de esta manera concluye el rescate.
Ya tengo fotos que publicaré en el blog.
Primero, la apoyé en el suelo sobre un diario, humedecí bien sus raíces y me fui a trabajar. Al mediodía comenzó la verdadera operación rescate. Debo decir que su tronco es más grueso de lo que pensaba en un principio, asi que no se si servirá para un bonsai o bien para realizar acodos, pero eso lo dejo para un futuro y que también mide más de un metro por lo menos.
Volví a humedecer sus raíces, le pusé enraizante en polvo, preparé la maceta y la planté. Sé que la portucalaria es una planta fácil de enraizar asi que espero que ésta sobreviva.
Así de esta manera concluye el rescate.
Ya tengo fotos que publicaré en el blog.
jueves, 4 de junio de 2009
LAS COSAS SUCEDEN
29 de Abril de 2009, en Buenos Aires no hay otoño, más bien sigue la prolongación del verano con temperaturas matinales cerca de los 20 grados. En mi afán experimentador sembré de manera tardía y para ver que sucedia varias semillas de roble, las mismas que traje de Trevelin, y que ya estaban estratificadas. Luego de sembrarlas a la semana vino el primer frío sin embargo las semillas siguieron adelante. Luego otra ola de calor aunque menos intensa hizo que recuperara mis esperanzas de que iba a tener éxito en verlas germinar hasta que hace dos semanas las temperaturas empezaron a caer bruscamente y pasamos del verano a un casi invierno sin continuidad.
Sin embargo parecen ser semillas fuertes las que tengo porque hay germinado casi todas.
Si ven la foto con atención se darán cuenta el orden en que fueron brotando. Ahora las llevé del patio trasero a un patio más chico que aunque está tambien abierto está más protegido.
domingo, 22 de marzo de 2009
ALGUNOS TRABAJOS PARA MENCIONAR
Ayer y hoy estuve trabajando en varias cosas. Por un lado sembré 5 semillas de roble europeo -regalo de Clery Evans, de Trevelin, ya conté como fue que las obtuvé-, que ya estaban estratificadas y habían empezado a germinar. Más que nada lo hice para ver que resultados obtengo y seguir con las otras semillas que todavia siguen en una bolsa dentro de la heladera.
Pasé, también, a macetas de dos litros aproximadamente el RAULI, el COIHUE, el MAQUI y el ÑIRE que fue el que más sintió el traslado desde el sur hasta la Capital ya que sus hojas en su gran mayoría se han vuelto amarillas. Los cuatro tenían todavía cenizas del volcán CHAITEN que hizo erumpción en mayo de 2008. Espero que en las macetas que las coloqué estén más cómodas y respondan bien, por el momento están a la sombra y bien regadas.
Y hoy, por último, realicé la plantación de dos acodos que hice sobre un mismo ciprés en setiembre del año pasado. También en macetas de unos dos litros, voy a ver si puedo transformarlos en bonsai, claro! mejor que reaccionen bien al cambio y crezcan, por lo menos cuando saqué el envolotorio los dos acodos tenían bastantes raíces como para que no haya problemas.
Pasé, también, a macetas de dos litros aproximadamente el RAULI, el COIHUE, el MAQUI y el ÑIRE que fue el que más sintió el traslado desde el sur hasta la Capital ya que sus hojas en su gran mayoría se han vuelto amarillas. Los cuatro tenían todavía cenizas del volcán CHAITEN que hizo erumpción en mayo de 2008. Espero que en las macetas que las coloqué estén más cómodas y respondan bien, por el momento están a la sombra y bien regadas.
Y hoy, por último, realicé la plantación de dos acodos que hice sobre un mismo ciprés en setiembre del año pasado. También en macetas de unos dos litros, voy a ver si puedo transformarlos en bonsai, claro! mejor que reaccionen bien al cambio y crezcan, por lo menos cuando saqué el envolotorio los dos acodos tenían bastantes raíces como para que no haya problemas.
jueves, 19 de marzo de 2009
MI VIAJE HACIA EL SUR
28 de febrero de 2009. Emprendimos con Nora nuestras vacaciones. Más allá de la buena oportunidad para el descanso en la intimidad de mi pensamiento la idea era concretar la obtención de un arrayán cuando llegáramos a Villa La Angostura.
En la primera parte del viaje se sucedieron Las Grutas en Río Negro y Puerto Pirámide en Chubut. En la primera fuimos a los olivares que se encuentran más al sur en todo el mundo, mi intención era conseguir algún plantin de olivo, no había y eso constituyo una pequeña frustración. En Península Valdez, con su tierra semiárida y su escasa vegetación no hizo que me distrajera en otra cosa que no fuera el observar a cuánto animal vivo estuviera al alcance de mis ojos y de mi cámara fotográfica. Pero faltaba mucho en este viaje y la emprendimos saliendo para Gaiman donde nuestra gula pudo más e hizo que compartiéramos el único té galés de nuestras vacaciones. Fue en una casa de ambientes cálidos, con recuerdos atesorados durante generaciones y muchas plantas que hacían que extrañara a las mías. De alli al dique Florentino Ameghino, pleno de colores contrastantes y de una belleza escondida muy pocas veces vista. La ruta 25 en busca de Trevelin nos llevo por caminos de paisajes espléndidos, cambiantes a cada minuto por la luz del sol. Recorrer y contemplar la zona de Los Altares es una hermosa experiencia mientras se maneja, no hay que distraerse, claro! es peligroso.
Caía la noche cuando pasamos por El Bolsón y más noche aún cuando llegamos a Trevelin, lo cual hacía que no pudiéramos contemplar su paisaje entre las montañas. Eso quedó para el otro día.
Organizamos nuestros paseos por la zona y nos dimos cuenta que teníamos alli más días que los planeados. La posibilidad de llegar a Villa La Angostura se debilitaba y mi pregunta era: podré conseguir lo que vine a buscar?
Este interrogante ya por la tarde tendría una respuesta al visitar el Museo del Malacara, al entrar nos recibió Clery Evans, nieta de uno de los fundadores del pueblo, mientra hablábamos nos detuvimos bajo dos robles europeos, las semillas en el suelo y en dos pajareras de madera en forma de casita puestas para que los niños visitantes las recojieran mientras pedían un deseo por cada una de ellas. La tentación fue grande y no dude en pedirle permiso a Clery para agarrar algunas semillas explicándole para que eran. No le gustó que le dijera que eran para bonsai pero creo que mi explicación le satisfizo un poco y la tranquilizó. Clery mostró que en su sangre está el impetú galés contándonos la historia del Malacara, el caballo que salvó a su abuelo de una muerte casi segura a mano de los indios araucanos. Hizo la historia atrayente y en el tiempo que estuvimos allí disfrutamos de su calidez y de su aguerrido espiritú casi indomable. Compré su libro -más adelante sabrán el por qué de esta mención- y nos fuimos no sin antes tomar algunas semillas más.
Al día siguiente me di cuenta que no nos había firmado el libro. Así que después de los paseos de rigor y de haber pasado por el Museo de Trevelin volvimos al Malacara. No solo firmó el libro con dedicatoria incluida sino que me obsequió un puñado de semillas estratificadas y germinadas de roble. El viaje empezaba a tener sentido para lo que había venido a buscar!
Todo pueblo tiene algún o algunos viveros más o menos cerca. El de Trevelin estaba sobre la ruta, entrando o saliendo del pueblo, claro según de donde se venga y se lo mire y hacia allá fuimos con la esperanza de conseguir el deseado arrayán sureño.
Y no fue sólo un arrayán, sino dos: uno más crecido de unos 30-40cm de altura, para conservarlo y hacer esquejes, el otro un plantín pequeño que merecerá mi antención para transformarlo en bonsai y esto solo ya no alcanzaba, la dueña del lugar, no solo es viverista sino que también se dedica al arte del bonsai asi que eligió para mi un rauli, un coihue, un maqui y un ñire.
6 especies, semillas de roble europeo germinadas y otras recién recogidas. Todo empezaba a estar en su lugar.
Faltaba El Bolsón antes de nuestro regreso. En su feria compré unas semillas de cerezos negros y cerezos comunes (con éstas veremos que pasa). En ningún momento busqué semillas que estuvieran en el suelo, menos en los parques nacionales que visitamos. Con lo que llevaba me alcanzaba y estaba plenamente satisfecho.
Las macetas las envolvimos con bolsas anudadas con lo cual conservaban la humedad. Resisitieron estar asi casi una semana y viajar de Trevelin a El Bolsón donde las volví a sacar del auto y luego de El Bolsón a Santa Rosa para pasar la noche y de allí a Capital, recién cuando llegamos a casa las saqué del auto y las desembolsé, en esos días solo tuvieron un riego y se comportaron muy bien.
En estos momentos las estoy aclimatando a su nuevo hogar. Riego poco pero diario, mucha luz pero sin sol pleno y directo y en estos días voy a ponerlas en macetas de crecimiento.
Este viaje al sur no sólo fue placentero sino que también fue iniciático en muchos sentidos, especialmente los referidos al bonsai.
En la primera parte del viaje se sucedieron Las Grutas en Río Negro y Puerto Pirámide en Chubut. En la primera fuimos a los olivares que se encuentran más al sur en todo el mundo, mi intención era conseguir algún plantin de olivo, no había y eso constituyo una pequeña frustración. En Península Valdez, con su tierra semiárida y su escasa vegetación no hizo que me distrajera en otra cosa que no fuera el observar a cuánto animal vivo estuviera al alcance de mis ojos y de mi cámara fotográfica. Pero faltaba mucho en este viaje y la emprendimos saliendo para Gaiman donde nuestra gula pudo más e hizo que compartiéramos el único té galés de nuestras vacaciones. Fue en una casa de ambientes cálidos, con recuerdos atesorados durante generaciones y muchas plantas que hacían que extrañara a las mías. De alli al dique Florentino Ameghino, pleno de colores contrastantes y de una belleza escondida muy pocas veces vista. La ruta 25 en busca de Trevelin nos llevo por caminos de paisajes espléndidos, cambiantes a cada minuto por la luz del sol. Recorrer y contemplar la zona de Los Altares es una hermosa experiencia mientras se maneja, no hay que distraerse, claro! es peligroso.
Caía la noche cuando pasamos por El Bolsón y más noche aún cuando llegamos a Trevelin, lo cual hacía que no pudiéramos contemplar su paisaje entre las montañas. Eso quedó para el otro día.
Organizamos nuestros paseos por la zona y nos dimos cuenta que teníamos alli más días que los planeados. La posibilidad de llegar a Villa La Angostura se debilitaba y mi pregunta era: podré conseguir lo que vine a buscar?
Este interrogante ya por la tarde tendría una respuesta al visitar el Museo del Malacara, al entrar nos recibió Clery Evans, nieta de uno de los fundadores del pueblo, mientra hablábamos nos detuvimos bajo dos robles europeos, las semillas en el suelo y en dos pajareras de madera en forma de casita puestas para que los niños visitantes las recojieran mientras pedían un deseo por cada una de ellas. La tentación fue grande y no dude en pedirle permiso a Clery para agarrar algunas semillas explicándole para que eran. No le gustó que le dijera que eran para bonsai pero creo que mi explicación le satisfizo un poco y la tranquilizó. Clery mostró que en su sangre está el impetú galés contándonos la historia del Malacara, el caballo que salvó a su abuelo de una muerte casi segura a mano de los indios araucanos. Hizo la historia atrayente y en el tiempo que estuvimos allí disfrutamos de su calidez y de su aguerrido espiritú casi indomable. Compré su libro -más adelante sabrán el por qué de esta mención- y nos fuimos no sin antes tomar algunas semillas más.
Al día siguiente me di cuenta que no nos había firmado el libro. Así que después de los paseos de rigor y de haber pasado por el Museo de Trevelin volvimos al Malacara. No solo firmó el libro con dedicatoria incluida sino que me obsequió un puñado de semillas estratificadas y germinadas de roble. El viaje empezaba a tener sentido para lo que había venido a buscar!
Todo pueblo tiene algún o algunos viveros más o menos cerca. El de Trevelin estaba sobre la ruta, entrando o saliendo del pueblo, claro según de donde se venga y se lo mire y hacia allá fuimos con la esperanza de conseguir el deseado arrayán sureño.
Y no fue sólo un arrayán, sino dos: uno más crecido de unos 30-40cm de altura, para conservarlo y hacer esquejes, el otro un plantín pequeño que merecerá mi antención para transformarlo en bonsai y esto solo ya no alcanzaba, la dueña del lugar, no solo es viverista sino que también se dedica al arte del bonsai asi que eligió para mi un rauli, un coihue, un maqui y un ñire.
6 especies, semillas de roble europeo germinadas y otras recién recogidas. Todo empezaba a estar en su lugar.
Faltaba El Bolsón antes de nuestro regreso. En su feria compré unas semillas de cerezos negros y cerezos comunes (con éstas veremos que pasa). En ningún momento busqué semillas que estuvieran en el suelo, menos en los parques nacionales que visitamos. Con lo que llevaba me alcanzaba y estaba plenamente satisfecho.
Las macetas las envolvimos con bolsas anudadas con lo cual conservaban la humedad. Resisitieron estar asi casi una semana y viajar de Trevelin a El Bolsón donde las volví a sacar del auto y luego de El Bolsón a Santa Rosa para pasar la noche y de allí a Capital, recién cuando llegamos a casa las saqué del auto y las desembolsé, en esos días solo tuvieron un riego y se comportaron muy bien.
En estos momentos las estoy aclimatando a su nuevo hogar. Riego poco pero diario, mucha luz pero sin sol pleno y directo y en estos días voy a ponerlas en macetas de crecimiento.
Este viaje al sur no sólo fue placentero sino que también fue iniciático en muchos sentidos, especialmente los referidos al bonsai.
domingo, 28 de septiembre de 2008
MI CURSO DE BONSAI
Jugando con el título de mi otro blog quiero contarles a los pocos que me leen -me pregunto si habrá con suerte algunos pocos- que ayer, en un día soleado y primaveral -claro, comparado con lo lluvioso de hoy-, terminé mi curso de bonsai. Básico, pero es el primero que hago y el cual me proporcionó el conocimiento y las herramientas para desarrollar de manera correcta este arte milenario.
Aprendí a realizar de manera correcta transplantes, a hacer acodos, a fumigar y fertilizar, a podar y a alambrar. Me animé con 2 cipreses lambertiana a alambrarlos en estilos informal y semicascada, a alambrar otro cipres para prepararlo para que en un futuro sea un estilo recto formal. También hice dos bosques, uno con tres cipreses y un espejo de agua y el segundo con 5 palos borrachos imitando de alguna manera un monte.
Gracias a mi maestro, el profesor Roberto Devoto, que de manera grata -aunque no deja de ser un profesor y a veces nos llama la atención- nos fue enseñando las distintas técnicas, sin ocultar secretos y respondiendo cada una de las preguntas que fuimos haciéndole a través del curso -claro muchas las tuvo que responder más de una vez-.
Ahora empieza otra etapa para mi, en dos semanas comienzo otro curso, este es superior y espero adquirir mayor conocimiento y por otra parte debo demostrar y demostrarme todo lo que aprendí puedo llevarlo a cabo y de manera correcta.
Aprendí a realizar de manera correcta transplantes, a hacer acodos, a fumigar y fertilizar, a podar y a alambrar. Me animé con 2 cipreses lambertiana a alambrarlos en estilos informal y semicascada, a alambrar otro cipres para prepararlo para que en un futuro sea un estilo recto formal. También hice dos bosques, uno con tres cipreses y un espejo de agua y el segundo con 5 palos borrachos imitando de alguna manera un monte.
Gracias a mi maestro, el profesor Roberto Devoto, que de manera grata -aunque no deja de ser un profesor y a veces nos llama la atención- nos fue enseñando las distintas técnicas, sin ocultar secretos y respondiendo cada una de las preguntas que fuimos haciéndole a través del curso -claro muchas las tuvo que responder más de una vez-.
Ahora empieza otra etapa para mi, en dos semanas comienzo otro curso, este es superior y espero adquirir mayor conocimiento y por otra parte debo demostrar y demostrarme todo lo que aprendí puedo llevarlo a cabo y de manera correcta.
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