La semana pasada después de 20 años volví a ingresar en la casa en donde viví hasta que me casé. La había dejado el inquilino y fuimos a ver como había quedado. Cuando subí a la terraza descubrí una portucalaria, achaparrada, con muchas ramas, con pocas hojas y en una maceta de cemento, con panza y patas, de esas de hace 50 o 60 años atrás que adornaban los patios y jardines de las casas chorizos conviviendo con los enanos de turno y que nuestros abuelos y padres pintaban prolijamente de rojo y blanco. Por supuesto que lo primero que pensé fue en ese momento fue llevármela a casa para empezar a formarla como un bonsai, cosa que hice ayer por la tarde cuando volví para mostrarle la casa a mi mujer, a mi hija y a mi hermana.
Cuando la puse en mi patio traté de pensar en el porque de sus pocas hojas y su color verde descolorido. Será porque esta portucalaria tiene más o menos mi edad? La maceta es de las nuestras, así que todo puede ser. Pero si me meto más en los recuerdos de mi niñez y trato de explorar en esos instantes que a veces uno cree que nunca más saldrán a flote tal vez pueda afirmar sin dudarlo que la planta hasta fue cuidada por mí en aquellas tardes en donde me pasaba horas jugando en la terraza, podando plantas hasta tornarlas irreconocibles o bien sacar un gajo para ponerlo directamente en otra maceta y cuando crecía decir que era porque tenía muy buena mano.
Seguro que la pode muchas veces y por eso tiene esta forma tortuosa y es bastante baja, su tronco es grueso y se abre en ramas fuertes lo que me hace pensar que después de un tiempo puedo transformala para mejor.
Lo primero que hice fue ponerla a la sombra para su aclimatación en casa. Lo segundo será sacarla de la maceta y ponerla en otra mucho menos profunda, con un sustrato bien liviano para que pueda exponer todo su potencial. Después de eso veré que es lo que puedo empezar a hacer.
La tarea ahora es transformarla de una planta común y corriente en un pre-bonsai.
lunes, 26 de octubre de 2009
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